Lo más bonito ni siquiera fue la pincelada del gol de Leonel Messi, en el partido Betis vs Barcelona, en que el equipo cule venció a los béticos, fue la ovación por el reconocimiento a la obra maestra de Leo; todos los aficionados de su rival se pusieron de pie a aplaudir y corear su nombre, sin duda fue un acto para ponderar, en un deporte que está contaminado por la violencia, por el solo hecho de ser hincha de un equipo te puede costar la vida, no olvidemos que hace poco se tuvo que jugar la final de la copa libertadores América, en Madrid, en otro continente porque no había las garantía para jugar esa final en la Argentina, sin duda una vergüenza para el deporte.
Eso fue el comentario de varios amigos que
coincidieron en manifestar que fue lo mejor del partido, la devoción que desato
el tercer gol de Messi, los aficionados del Villamarín se rindieron ante un
genio del fútbol, un ejemplo de gallardía y entender que el deporte es un
juego, que en definitiva su esencia es divertir, y hacernos felices a los que
amamos al balompié. Reconocer las virtudes del otro es un motivo de esperanza
en una humanidad carcomida por la envidia y que le cuesta reconocer los triunfo
de los otros.
Ese ejemplo de los andaluces de aplaudir a un elegido
que, con sus gambetas, destroza defensa y enamora a miles de aficionados del fútbol,
debería ser la manera de relacionarnos en un estadio, y no convertir los
escenarios en un campo de batalla. La guerra es el estilo de vida que impera en
planeta, situación aciaga que nos lleva a la destrucción.
En Sevilla algunos monarcas han dejado huella, como
los emperadores romanos Adriano y Trajano, quienes nacieron en la capital de
Andalucía, en esta ocasión un nuevo rey dejo estampado su talento y su magia en
una tarde de domingo de marzo. La huella que dejaron los aficionados del
Villamarín es el acto de un reinado justo, bondadoso acorde con su embestidura,
aplausos para los béticos.
Estamos cansados, abrumados y golpeados por tantas
confrontaciones, fíjense la situación que estamos viviendo los colombianos, de
quedar ante el mundo como unos imbéciles, por culpa de un Presidente que quiere
hacer triza los acuerdos de paz acordados con la FARC, objetando varios
artículos de la JEP, Jurisdicción Especial para la Paz. No hay derecho que, por
el egoísmo y la arrogancia del poder, se tire por la borda unos acuerdos de
reconciliación y perdón para que no nos matemos.
Hagamos de estos acuerdos una emulación del
comportamiento de los béticos
de reconocer que en esta guerra no deben sentirse ni vencedores, ni vencidos, sino una linda oportunidad de demostrar un ápice de
civilización, confraternidad y solidaridad de un pueblo que solo ha conocido la
guerra para vivir.
Y en el fútbol, que es el deporte que más muertes y
confrontaciones ha tenido, sin duda estos actos como el del aficionado del
Betis, dignifican a este maravilloso juego que nos divierten a millones de
hinchas en el mundo, para que en los estadios sea un lugar de encuentros
fraternales y de convivencia de las diferencias. Los aficionados del fútbol
deben tomar ejemplo de los basquetbolistas de la NBA en los EE: UU, que dé pues
de terminarse un partido aguerrido e intenso, culminan con un abrazo. Me
emociono ver a esos gigantes como niños entrelazados en un abrazo el vencido y
el vencedor. Estas pequeñas actitudes sanadoras de lo que la Escuela Nenjing lo
enmarca en lo que denomina el humanismo sanador nos llevan a tener un motivo de
esperanza, que todo no está perdido. Es posible la reconciliación y el perdón.
Sueño que algún día se pueda rescatar el juego como lo
decía Eduardo Galeano a nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea
niño por un rato, jugando como juega un gato con el ovillo de la lana: bailarín
que danza con una pelota leve como el globo que va al aire y el ovillo que
rueda, jugando sin saber a qué juega, sin motivo y si reloj y si juez.
1 comentario:
Sin la cultura caribe , Colombia serias igual que Corea Del Sur
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