De regreso de Barranquilla a Bogotá, después de haber disfrutado el carnaval-compartí el vuelo con un contertulio de unos 70 años de edad, que todavía traía rezago carnavalesco, sus orejas estaban cubiertas de maicenas, su rostro estaba relajado y radiante. El empezó a hojear la revista de la compañía aérea y se topó con un artículo titulado Días de soledad. El tema lo dejo reflexivo, tremenda tragedia está viviendo el mundo la peste de la soledad, comentó.
Me compartió
la revista para que leyera el artículo, cuyo reportaje fue el motivo para
platicar amenamente durante el viaje. ¡Noooojoda¡¡Gracias a Dios existe el
Caribe, mijo ¡Esa vaina no la padecemos!
Unas de las vainas chévere del terruño es la manera natural de entablar
amistades sin mayor esfuerzo-
-Le cuento,
que llevo 30 años viviendo en Bogotá debido a mi trabajo, y para poderme
reciclar y no aburrirme en la capital, no pelo un carnaval. Es la única fórmula
que practico para sentirme vivo
-Nooooojoda
¡Que no llegue esa epidemia al Caribe, es que nunca va a llegar replicaba
efusivamente!
La epidemia
a la que se refería el parlanchín compañero de vuelo, es el silencio, ansiedad
e irritabilidad de la soledad que padece en gran medida los países desarrollado
como Reinos Unidos, en donde están pensando crear un ministerio de la soledad,
para enfrentar esa problemática, que se ha convertido en un problema de salud pública.
En Francia,
por ejemplo, una de cada diez personas asegura sufrir aislamiento social
involuntario. En Alemania 2.3 millones de personas se sienten solos. En Suecia
un millón de personas no tienen un amigo cercano, por su estilo de vida
individualista, viven aislados. En Corea del sur han creado un robot en forma
de gato para evitar depresiones debido a la ausencia de amistades.
En Londres
es común que el invierno mueren muchas personas en sus apartamentos sin que
nadie se enteré y en los EE. UU, los registros de soledad se ha duplicado,
producto de ello, ha creado una pastilla para hacer frente al impacto
emocional, producido por el sentimiento de aislamiento. En Reino Unido nueve millones de personas se sienten solas, ellos mismos lo consideran un problema fuera de control. Esa falta de interacción social, según algunos expertos afecta la esperanza de vida, con el agravante del aumento del alcoholismo y el desaforado consumo de drogas. Esta aciaga situación se considera una epidemia.
Contrario a
lo que pasa en esos países en donde amistarse es un desierto a miles kilómetros
de altura intercambiamos nombres, teléfonos y direcciones de vivienda.
¡Nos vemos
en la nevera viejo Charly, de una viejo Roque! Eso va.
Así de
simple y sin tapujo un par de caribeños establecen una amistad, eso me recuerda
la noche que conocí a Alfredo Martínez, en la Casa de Poesía Silva, a Alfredo Cure y Lucho Barranco en el estadero de salsa Madeira en el barrios Galerías, desde entonces
llevamos unos años de compartir una entrañable amistad
Ese
postulado del viejo Charly de afirmar que gracias a Dios existe el Caribe, es
una verdad de apuño. Eso se puede comprobar en un baile callejero de carnaval,
en donde la masa de jóvenes, adultos y veteranos forman una simbiosis de
alegría e interrelación de sabrosura, todo el mundo termina entrelazados en un jolgorio
amigable.
Esa forma de
amistarse se vivencia, en un festival vallenato o en cualquier festival de la
sabana caribeña, el forastero termina invitado a una parranda o un sancocho de
bocachico en hoja de bijao, como le sucedió al vasco Jhon Bilbao en Valledupar.
Otro espacio
típico de ver la desmesura y desparpajo caribe, es embarcarse en un bus de
servicio público, casi siempre te encuentras con una señora, que, para llamarte
la atención, te dice, usted no es el hijo de la señora Inés. No, tal vez me
parezco-eso rompe el hielo y la desconocida te termina contando la historia de
su hija que la preño el cachaco de la tienda. Otra maravilla de interrelación social
es lo que sucede en esos medios transportes, cuando hay una canción de moda, al
unísono la terminan cantado.
Podemos
observar como las esquinas o algunas casas se convierten en templo de la
socialización a través del juego de domino principalmente, pero en realidad el
juego es un pretexto, la única intención es reunirse y tener una cofradía de
amistad.
Imagínense
que en Barranquilla conozco muchos amigos que se ha quedado con los pelaos de una
vecina o de la muchacha del servicio que deciden regalar a los niños, sin tinta
y papeles los terminan criando, y casi siempre son los pechichones de la casa,
entran en la vivencia de una verdadera acogida humana.
Esa manera particular del caribeño de ser
un exponente de la alegría, un irreverente y descomplicado, sin duda, es un
acicate para el espíritu, cuya armonía e equilibrio es lo primordial para
conservar la salud emocional del ser. La mamadera de gallo es un buen antídoto
para la salud psíquica. En la medida que el ánima, el humor como dice la
Medicina Tradicional China estén en un goce permanente la salud esta
garantizada.
Así viejo
Charly, que esa peste del aislamiento en Caribe por ahora no se va a dar afortunadamente.
El cronista Alberto Salcedo Ramos afirma que hasta un polvo se convierten en un
acontecimiento público. El pintor Alejando Obregón amaba a sus amigos al punto que nunca se marcho del Caribe porque sus compinches eran parte de su mundo.
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