lunes, 20 de diciembre de 2010

EL ARTE DE SANARSE CON LA RESPIRACIÓN Y EL MOVIMIENTO: EL QI GONG.



ROQUE ORTEGA MURILLO

El hombre es la concretización de una obra maestra, por consiguiente es un arte andante, con una capacidad de vivir su realización artísticamente, sin embargo, por no vivir inmerso como la creación de una manera bella y creativa, por ello enferma. Pero como el hombre es producto de una energía universal perfecta tiene el potencial de autocurarse mediante el movimiento y la respiración: el Qi Gong Li, según la Tradición Oriental es la habilidad artística de aprovechar el soplo-la energía, el Qi- para que el ser se funda con su universo y busque el espacio que le corresponde a él.

El Qi Gong es un arte milenario que hace parte de la Tradición Energética Oriental y lleva al hombre a recuperar la capacidad innata de sanarse y sanar por medio del movimiento de su Soplo, a través del vehículo creativo por excelencia, que son sus manos. Todo ello lo va a realizar utilizando la respiración o alimentación celeste, moviéndose suave, cadenciosamente su templo para armonizar su mente y espíritu. Es el mecanismo más sutil de acceder al Qi o energía, una forma de curarse poéticamente.

La práctica del Qi Gong, además de aquietar el pensamiento y lograr un estado de relajación, lo más maravilloso de este prodigioso arte, es poder hacer prevención y curar múltiples enfermedades como la hipertensión, la artritis, fortalecer el sistema inmunológico etc. Dice el maestro de Medicina China, José Luis Padilla, el hombre es un proyecto divino diseñado para no enfermar, y puede vivir en un estado de perfección ejercitando esta práctica, moviéndose con arte y sentido, hacer con sentido de Universo, recobrar una actitud que comienza por unos minutos disciplinados “todo una revolución Espiritual que, grano a grano, intención a intención, gesto a gesto, respiración a respiración….pueda alcanzar la esperanza de oasis, sustentada por la serena soledad acompañada del desierto.”

Aseguran los sabios antiguos que al ejercitar el Qi-Gong es la clave para alcanzar la longevidad a plenitud, sin deterioro mental y físico, la fuente de sus poderes supranormales y de sus experiencias espirituales. Él maestro Wong Kieu Kit acota: “Las habilidades extraordinarias que la práctica del Qi Gong proporciona se puede ver como prodigios increíbles… nuestro espíritu llega a tal estado de pureza y desarrollo, que nos hemos liberados espiritualmente de nuestras limitaciones personales e individuales y no estamos sujetos a la cotidiana construcción mental de tiempo y espacio. En lenguaje taoísta, es alcanzar la longevidad.”

En estos tiempos modernos donde el hombre ha perdido la relación armoniosa con la creación, donde se ha preocupado por cultivar lo externo de su espíritu conformado; olvidándose de alimentar lo interno, el Qi Gong, es una herramienta para poderse sintonizarse y fundirse con esa fuerza inconmensurable que mantiene y entretiene el universo. Una hermosa posibilidad de vivir en el goce y en un estado de salud sano permanente.

No por casualidad los EE.UU el país más poderoso del planeta azul, con un desarrollo tecnológico y científico fomenta en las universidades, y en el campo empresarial, la práctica de la meditación, el Qi Gong, logrando resultados asombrosos mejorando el estado mental, anímico y emocional de sus practicantes. Millares de personas en el mundo han dejado testimonio de curaciones de enfermedades tumorales, autoinmunes e infecciosas ejercitando este arte milenario, mágico que te lleva a evidenciar el misterio y el arte.

domingo, 1 de agosto de 2010

LA CONSULTA MÉDICA


Dr. Sergio Barrios Barrios

Inmunólogo, acupunturista, docente de la Universidad de Cartagena y Universidad Libre de Barranquilla

Si temor a equivocarme la consulta médica es la principal relación médico-paciente. Sea aquella ambulatoria, hospitalaria o domicilio, marcará la posibilidades diagnósticas y terapéuticas. A pesar de ello no le damos la importancia debida y la asumimos más de las veces, como mero mecanismo industrial, como si de una mera producción en serie se tratara.

Perdemos de vista un asunto esencial: que la afección del paciente es una expresión de su biografía personal y que aquí concurren factores históricos, ambientales, sociales…que matizan su vida y le dan unas tonalidades muy particulares.

En los hospitales, el paciente se reduce a número de historia clínica y se le coloca el rótulo que lo estigmatizará para siempre. Se pretende sintetizar en un término una realidad que va más allá del simple enunciado.

Las empresas de medicina prepagada han introducido un sistema de mercado donde el terapeuta es un eslabón de la cadena rentable. Se han extendido la idea de que la salud es una cuestión de compra-venta, como cualquier otra mercancía.

Hay una creciente inconformidad de la población hacia los servicios médicos, una creciente insatisfacción y una pérdida de credibilidad hacia la figura del sanador. Ya Pedro Laín Entralgo, en su texto de Antropología médica, señala que EE.UU el 64% de los pacientes urbanos adultos critica con notorio descontento el modo como el médico se relaciona con el enfermo; el 71% de la totalidad de los pacientes adultos el trato que en los hospitales han recibidos; el 50% ha cambiado alguna vez al médico, y el 15% ha dejado de pagar sus honorarios por causa de una ruptura con él. Aunque en nuestro medio no hay estadísticas confiables, la situación debe ser más aclamarte, sin contar con la crisis permanente de los hospitales que hace de la atención un caos continuo.

Rápidamente la modernidad ha transformado la medicina en una rama de la ingeniería, como si los métodos exactos pudieran valorar cabalmente la vida del hombre. La consulta tiende a desaparecer como espacio temporal que permita conocer al otro en forma integral y cede el paso a un simple formalismo de la clientela. La dimensión profundamente humana donde podemos acceder a un auténtico diagnóstico languidece en las papelerías de las oficinas de los antiguos consultorios.

Urge recuperar el sentido sanador de la consulta médica. Urge recuperar la ritualidad que la da confianza y fe al paciente que sufre. Recuperar la palabra alienta y alivia, el gesto solidario que acompaña, permite que el doliente verbalice sus inquietudes, exponga las frustraciones y desesperanza que lo intranquilizan.

El paciente debe ser el protagonista de la búsqueda de salud y el médico la mano amiga que lo estimula a recorrer el camino de la curación. El consultorio, el espacio que brinda calidez y reconforta el espíritu; debe de ser agradable a la vista, sin perder la sobriedad relajante. Nos afanamos a montar oficinas más cercanas a las necesidades de un burócrata que a los intereses del terapeuta.

No podíamos finalizar sin resaltar el ambiente de tranquilidad, sosiego y espontaneidad que debe reinar en la consulta. Hoy pululan los televisores con sus seriados y novelas que perturban la intimidad anímica de los pacientes. El silencio y la contemplación son vías necesarias que propician el encuentro con nosotros mismos, y claves en el proceso de curación. Los médicos de antaño apreciaban estas normas como indispensables. Con el devenir de los tiempos las hemos olvidado y reposan en el cuarto de San Alejo