Roque J Ortega Murillo.
Arnaldo acaba de cumplir cinco años, de piel chocolate claro,
cabello negro liso y ojos grandes
oscuros, cuenta su mamá que desde que estaba en la barriga bailaba. Es
un excelso bailarín, especialmente de champeta, verlo bailar es un espectáculo
maravilloso. Vive en un barrio donde en cada esquina hay un pick up, esos
descomunales aparatos de músicas populares que se escuchan en el Caribe. En ese entorno fiestero ha
convertido a Arnaldo en un artista del movimiento y el sabor.
El famoso bailarín mantiene una relación de compinche con su
tío Mañe, ambos se adoran incondicionalmente. Mañe le prometió al sobrino
llevarlo a conocer el mar como regalo de cumpleaños.
Arnaldo le gustaba conversar con su tío, porque le fascinaba escuchar las historias que este le contaba de
aventuras de piratas, de las sirenas que se enamoraban de los hombres.
Ese mañana de un domingo de diciembre Arnaldo se levantó
temprano porque llego el día de conocer al mar, le contó a sus padres que iba a
conocer las ballenas, los tiburones, y ver navegar a los barcos. No cabía de la
dicha, sus ojos grandes brillaban de felicidad. Cuando sea grande voy hacer
capitán de un barco le dijo a su mamá.
El tío y el sobrino se dirigieron hacia el mar a una playa que se llama Puerto
Velero, recorrido que se realiza en
media hora.
-Tío ¿Cómo es el mar? pregunto Arnaldo
- Mijo, es de color verde, azul y es inmenso, grande, grande.
-¡Es más grande que el cielo¡
-Yo no sé si es más
grande que el cielo. Cuando tú seas capitán sabrá cuál es más grande.
-Tío, y las ballenas lo dejan bañar- tengo miedo que me
coma-¡oh, sí me lleva una sirena¡.
No, no mijo, las ballenas juegan con los niños y diciembre como
es el mes del niño Dios, las sirenas traen regalo.
-En serio, quiero regalarle a mi hermanito un avioncito-
Arnaldo no paraba de hablar. Quería llegar al mar cuanto
antes- tío ya estamos llegando le pregunto a Mañe.
-Ya casi sobrino, falta poquito, mira esa cantidad de pájaro
que se ven detrás del cerro, allí queda Puerto Velero, cuando hay muchos
pájaros, los pescadores están contento, es señal que la pesca va ser buena, es
como el aviso que hay mucho pescado, comento
Mañe-
Tío, ¿ El pez espada te puede cortar la cabeza?
-Tranquilo sobrino, yo tengo la cabeza muy dura, ellos son
unos peces buenos.
-Tío, ¡Yo no quiero quedarme solo en el mar, !Sí te corta la
cabeza el pez espada¡, !Quien me va a traer a la casa, si te comen¡ exclamo Arnaldo.
Por fin llegaron al mar, que para el mes de diciembre con la
llegada de los vientos alisios las olas son grande, y llegan a la orilla como
si fuera espumas de jabón. La orilla se ve blanca.
Arnaldo se bajó corriendo del bus que lo transporto a Puerto
Velero, directo al mar, pero antes de llegar a la orilla, detuvo la carrera que
llevaba como un bólido. Sé quedo quieto por instante contemplando ese monstruo
que rugía. Y exclamo:
-¡Erdaaaaaaaaaaaaa tío¡ Le voy a decir a mi mamá que no compré más jabón, que se venga a lavar
la ropa al mar, aquí hay mucho jabón.
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