miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL MAR DE JABÓN


Roque J Ortega Murillo.

Arnaldo acaba de cumplir cinco años, de piel chocolate claro, cabello negro liso y ojos grandes  oscuros, cuenta su mamá que desde que estaba en la barriga bailaba. Es un excelso bailarín, especialmente de champeta, verlo bailar es un espectáculo maravilloso. Vive en un barrio donde en cada esquina hay un pick up,  esos descomunales aparatos de músicas populares que se escuchan  en el Caribe. En ese entorno fiestero ha convertido a Arnaldo en un artista del movimiento y el sabor.

El famoso bailarín mantiene una relación de compinche con su tío Mañe, ambos se adoran incondicionalmente. Mañe le prometió al sobrino llevarlo a conocer el mar como regalo de cumpleaños.

Arnaldo le gustaba conversar con su tío, porque le fascinaba  escuchar las historias que este le contaba de aventuras de piratas, de las sirenas que se enamoraban de los hombres.

Ese mañana de un domingo de diciembre Arnaldo se levantó temprano porque llego el día de conocer al mar, le contó a sus padres que iba a conocer las ballenas, los tiburones, y ver navegar a los barcos. No cabía de la dicha, sus ojos grandes brillaban de felicidad. Cuando sea grande voy hacer capitán de un barco le dijo a  su mamá.

El tío y el sobrino se dirigieron   hacia el mar a una playa que se llama Puerto Velero, recorrido que se realiza en  media hora.
-Tío ¿Cómo es el mar? pregunto Arnaldo
- Mijo, es de color verde, azul y es inmenso, grande, grande.
-¡Es más grande que el cielo¡
-Yo  no sé si es más grande que el cielo. Cuando tú seas capitán sabrá cuál es más grande.
-Tío, y las ballenas lo dejan bañar- tengo miedo que me coma-¡oh, sí me lleva una sirena¡.

No, no mijo, las ballenas juegan con los niños y diciembre como es el mes del  niño Dios, las sirenas traen regalo.
-En serio, quiero regalarle a mi hermanito un avioncito-

Arnaldo no paraba de hablar. Quería llegar al mar cuanto antes- tío ya estamos llegando le pregunto a Mañe.
-Ya casi sobrino, falta poquito, mira esa cantidad de pájaro que se ven detrás del cerro, allí queda Puerto Velero, cuando hay muchos pájaros, los pescadores están contento, es señal que la pesca va ser buena, es como el aviso que hay mucho pescado, comento  Mañe-

Tío, ¿ El pez espada te puede cortar la cabeza?
-Tranquilo sobrino, yo tengo la cabeza muy dura, ellos son unos peces buenos.
-Tío, ¡Yo no quiero quedarme solo en el mar, !Sí te corta la cabeza el pez espada¡, !Quien me va a traer a la casa, si te comen¡ exclamo Arnaldo.

Por fin llegaron al mar, que para el mes de diciembre con la llegada de los vientos alisios las olas son grande, y llegan a la orilla como si fuera espumas de jabón. La orilla se ve blanca.

Arnaldo se bajó corriendo del bus que lo transporto a Puerto Velero, directo al mar, pero antes de llegar a la orilla, detuvo la carrera que llevaba como un bólido. Sé quedo quieto por instante contemplando ese monstruo que rugía. Y exclamo:
-¡Erdaaaaaaaaaaaaa tío¡ Le voy a decir a mi mamá  que no compré más jabón, que se venga a lavar la ropa al mar, aquí hay mucho jabón.





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