Roque Ortega Murillo
El rostro de Zac exploto de alegría por fin llegaron la
vacaciones del colegio. Estaba feliz porque se le iba a cumplir el sueño de
conocer el mar. Todos los días apuntaba en una libreta con una rayita los días
que pasaban; ese ejercicio le sirvió para aprender a sumar y restar, se
convirtió en su juego favorito.
Zac, larguirucho niño
de cabello ensortijado nació en Montaña Bella, una ciudad enclavada en la montaña a
tres mil metros de altura, donde se tiene por costumbre usar unas escaleras
para cazar estrellas. Él se acostumbró a escuchar a sus amiguitos de lo inmenso
que es el mar, y escuchar los relatos de las aventuras de los piratas. Por
ello, se dedicó a ahorrar en una alcancía para poder tener dinero para ir a
conocer el mar. Obligó a sus padres a que tenía que ir a la costa en vacaciones.
-Ya nos vamos a conocer el mar le dijo Zac a su
hermanita Rosita. ¡Tengo un poco de miedo¡ ¡Me da un poco de susto montarme en
un avión¡ ¿ A ti no te da miedo hermanita?
-¡No¡ ¡A mí no me da miedo¡ Debe ser rico volar¡. Zac,
vamos a sentirnos como pájaros, podemos tocar las nubes.
-¿Y se puede tocar las nubes? Preguntó Zac a Rosita.
- ¡Creo que sí¡ Exclamo Rosita. El profesor me contó una
historia que hace mucho muchísimos años, antes que se inventará el avión unos
hermanos se hicieron unas alas gigantes y volaron como pájaros. Pero no
tuvieron fortuna, hizo tanto sol que les quemo las alas y se quedaron viviendo
en las nubes.
-¡A mí no me gustaría quedarme a vivir en las nubes¡ ¡Yo
prefiero ser capitán de un barco. ¿Hermanita y el sol no le queman las alas al
avión? ¡Yo quiero conocer el Mar¡ dijo Zac.
- Los aviones están preparado para atravesar los rayos del
sol contesto Rosita! A mí sí me gustaría ser como pájaros ¡Los pájaros volando
conocen el mundo.
Al fin se embarcó la familia en el avión que los llevo a una
paradisiaca isla en el caribe. Durante el viaje los dos hermanitos iban
fascinados viendo cómo se veían las casas desde las alturas. Mira Zac, allá
debe quedar el colegio gritaba Rosita.
-¡Si hermanita! ¡Qué lindo! Mira allá debe ser la casa de mis
abuelitos.
-¡Zac, no podemos coger nubes, este avión va muy
rápido. Mira como se ve el río exclamaba Rosita.
Los dos hermanitos no pararon de conversar. No cabían
de la felicidad por sentirse como pájaros. Luego de una hora de vuelo,
empezaron a dejar las montañas, ríos y pueblitos. De repente a lo lejos se empezó a ver un color a
verde, y cambiaba a azul.
-¡Mira Zac¡ ¡Ya estamos llegando al mar¡. ¿Cómo te
parece Zac?
-!Es inmenso¡ -¡Hermanita, hermanita¡ ¡Qué lindo es¡. !Parece como un cielo al revés¡.
-!Es inmenso¡ -¡Hermanita, hermanita¡ ¡Qué lindo es¡. !Parece como un cielo al revés¡.
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