miércoles, 9 de agosto de 2017

LA VIOLENCIA UNA FORMA DE VIVIR




Roque Ortega Murillo
Una ola de repudio y censura surge luego de conocerse actos de violencia, como masacres, secuestros y guerreas; de inmediato condenamos y juzgamos implacablemente, algunos abogan por instaurar la pena de muerte u otros, por aplicar la ley del talión “ ojo por ojo y diente por diente”, engendrando más violencia, la humanidad ha  creado una forma de vivir guerrerista. Las relaciones  se establecen mediante la competitividad e intolerancia.

Ante tal situación, nos preguntamos ¿Tiene la humanidad suficiente moral para señalar inquisitoriamente? Desde luego es una reflexión que deberíamos tomarla con  serenidad, porque cada acto de violencia lleva impresa la responsabilidad de la humanidad que, con su comportamiento mezquino, envidioso y soberbio ha sembrado la semilla del odio, para que  finalmente alguien materialice  acciones descabelladas como el asesinato, explotar una bomba o violar a sus congéneres.

Todo ello es producto de la violencia sutil que se ejerce con el pensamiento, la mirada, con el tono de la  palabra, la rencillas personales o familiares,   la insolidaridad, a través de un simple gesto va labrando de a poquito un estilo de vida conflictivo. Lo más triste donde más se desarrolla esta forma de relacionarnos es en el seno de la familia, donde los padres abandonan el papel de custodios de los hijos, para convertirse en los jefes dictatoriales; ejerciendo maltrato físico o emocional. Aquel papa que es indiferente a compartir y asumir la responsabilidad en el hogar. Y qué decir de la  educación. Nos educan para el combate producto de tal situación, los colegios hoy en día son campos de batalla.

La violencia política es un arma de crear miedo, pues no hay que ser un estudioso del tema, para observar como este país ha crecido  en medio de la guerra, y  cada país tiene su propia guerra en fin estamos rodeados de actos violentos por doquier, sin olvidar que los medios de comunicación masivos dejan su objeto social, cultural y educativo para ser la expresión del poder para propagar la confrontación.

A través de la insolidaridad de los países ricos se fomenta la violencia, simplemente con la indiferencia hacia a los seres humanos que mueren diariamente por física hambruna, las cifras son escandalosas, para a ponerse a llorar. Fíjense en Europa se desperdicia comida en un día suficiente para alimentar durante un mes a toda el África, los EE: UU tienes almacenados en sus silos trigo y cebada para abastecer su población de más de doscientos millones  de habitantes, durante 25 años, mientras un continente muere de hambre. Cabe acotar que la FAO, en su último estudio, asegura que hay suficiente alimento en el planeta para auto-abastecernos y alimentar a 100 millones de famélicos y sobraría un 20 por ciento de comida.

COMO NOS AFECTA ENERGETICAMENTE LA FORMA DE VIVIR VIOLENTA

Esta forma de vivir indudablemente genera enfermedad tal como lo conceptúa la Medicina Tradicional China, tales como las patologías auto agresivo, accidentes cerebro-vasculares, diabetes y fibromialgia entre las más destacadas. Energéticamente los órganos que sufre los embates de la violencia es el  Hígado y la V biliar, por consiguiente cuando se desarrolla la agresividad afecta la capacidad de creatividad, imaginación, generosidad y perdemos la capacidad de improvisación, es decir al estar alterado ese Hígado y  V biliar no es capaz de expandir la generosidad, la bondad y la flexibilidad, por consiguiente poco a poco va creando miedo, más irascible, más colérica, más dudosa, más psicorigidez, con mayor agresividad.

Por todo lo anterior pueden aparecer crisis de ansiedad, aumento de la tensión arterial, alteraciones del ritmo cardíaco que suele  cursar con taquicardia, también pueden producirse accidentes cerebro-vasculares, calambres musculares y falta de fuerza en los músculos, contracturas- como la tortícolis y los famosos micos. También  provocan trastornos digestivos de tipos indigestión, inapetencia o polifagia, impotencia, disnea, bronquitis y cálculos biliares.

Cabe destacar que cada día va en aumento la enfermedad auto-inmune o auto-agresivas, porque además de la violencia que se ejerce hacia los demás, el sujeto empieza a gustarle la autodestrucción, es decir la humanidad se encuentra en una situación en que la persona se hace violenta a si misma. Este tipo de enfermedades va en aumento alarmante y lo más triste quienes las están padeciendo es la mujer. Ante tal situación catastrófica de un estilo de vida guerrerista tenemos que empezar a cambiar el dial enfermizo en que nos encontramos; en  asumir una actitud renovadora, emprender una verdadera revolución espiritual, que no es la de irnos a un monasterio o irnos a buscar un gurú en la India, es una revolución  de  dar cumplimiento a nuevos proyectos, a concretizar nuestros ideales sin esperar nada a cambio, siempre actuar pensando en el bien común y no el propio; además debemos de despojarnos de ese lenguaje agresivo como nos relacionamos. Ya basta de auto flagelarse y de auto culparnos.

Lo importante es destacar que la violencia no es el estado natural del hombre. Él es un ser   un ser emanado del amor, solidario, servicial y generoso y que debe recordar su pequeñez ante la Fuerza Creadora; vivir en armonía sin deseo de poder y competencia. Se trata que cada ser descubra su propio ideal de vida y se comprometa  a realizarlo poniendo en disposición todas sus potencialidades, su capacidad artística con el fin que la obra que realice sea buena, sin avasallar y competir con los demás, sin prepotencia y codicia. Indudablemente de este modo la violencia que caracteriza a los hombres de hoy podrá transformarse en una fuerza revitalizadora del ser humano y constructora de nuevas opciones de convivencia. Todo ello lo podemos ejercer a través de la fuerza del amor.  

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