domingo, 1 de agosto de 2010

LA CONSULTA MÉDICA


Dr. Sergio Barrios Barrios

Inmunólogo, acupunturista, docente de la Universidad de Cartagena y Universidad Libre de Barranquilla

Si temor a equivocarme la consulta médica es la principal relación médico-paciente. Sea aquella ambulatoria, hospitalaria o domicilio, marcará la posibilidades diagnósticas y terapéuticas. A pesar de ello no le damos la importancia debida y la asumimos más de las veces, como mero mecanismo industrial, como si de una mera producción en serie se tratara.

Perdemos de vista un asunto esencial: que la afección del paciente es una expresión de su biografía personal y que aquí concurren factores históricos, ambientales, sociales…que matizan su vida y le dan unas tonalidades muy particulares.

En los hospitales, el paciente se reduce a número de historia clínica y se le coloca el rótulo que lo estigmatizará para siempre. Se pretende sintetizar en un término una realidad que va más allá del simple enunciado.

Las empresas de medicina prepagada han introducido un sistema de mercado donde el terapeuta es un eslabón de la cadena rentable. Se han extendido la idea de que la salud es una cuestión de compra-venta, como cualquier otra mercancía.

Hay una creciente inconformidad de la población hacia los servicios médicos, una creciente insatisfacción y una pérdida de credibilidad hacia la figura del sanador. Ya Pedro Laín Entralgo, en su texto de Antropología médica, señala que EE.UU el 64% de los pacientes urbanos adultos critica con notorio descontento el modo como el médico se relaciona con el enfermo; el 71% de la totalidad de los pacientes adultos el trato que en los hospitales han recibidos; el 50% ha cambiado alguna vez al médico, y el 15% ha dejado de pagar sus honorarios por causa de una ruptura con él. Aunque en nuestro medio no hay estadísticas confiables, la situación debe ser más aclamarte, sin contar con la crisis permanente de los hospitales que hace de la atención un caos continuo.

Rápidamente la modernidad ha transformado la medicina en una rama de la ingeniería, como si los métodos exactos pudieran valorar cabalmente la vida del hombre. La consulta tiende a desaparecer como espacio temporal que permita conocer al otro en forma integral y cede el paso a un simple formalismo de la clientela. La dimensión profundamente humana donde podemos acceder a un auténtico diagnóstico languidece en las papelerías de las oficinas de los antiguos consultorios.

Urge recuperar el sentido sanador de la consulta médica. Urge recuperar la ritualidad que la da confianza y fe al paciente que sufre. Recuperar la palabra alienta y alivia, el gesto solidario que acompaña, permite que el doliente verbalice sus inquietudes, exponga las frustraciones y desesperanza que lo intranquilizan.

El paciente debe ser el protagonista de la búsqueda de salud y el médico la mano amiga que lo estimula a recorrer el camino de la curación. El consultorio, el espacio que brinda calidez y reconforta el espíritu; debe de ser agradable a la vista, sin perder la sobriedad relajante. Nos afanamos a montar oficinas más cercanas a las necesidades de un burócrata que a los intereses del terapeuta.

No podíamos finalizar sin resaltar el ambiente de tranquilidad, sosiego y espontaneidad que debe reinar en la consulta. Hoy pululan los televisores con sus seriados y novelas que perturban la intimidad anímica de los pacientes. El silencio y la contemplación son vías necesarias que propician el encuentro con nosotros mismos, y claves en el proceso de curación. Los médicos de antaño apreciaban estas normas como indispensables. Con el devenir de los tiempos las hemos olvidado y reposan en el cuarto de San Alejo