sábado, 27 de septiembre de 2008

EN BUSCA DEL COBIJO HUMANO




Todo viajero que transita de Pereira hacia Manizales, o viceversa se detiene a contemplar una extraña construcción que se encuentra enclavada en la orilla de la carretera que une las ciudades capitales del eje cafetero, en la vereda de San Felipe, en la vía Alcalá-Quimbaya.
La vivienda que desde lejos parece una nave mitológica es una nueva propuesta de convivir en un espacio donde se respete el ambiente natural- sociocultural.


Es la casa construida por el ingeniero y acupuntor Luis Carlos Ríos, que aprovechando los propios recursos de la zona creó una obra artesanal, bautizándola Mano Alzada porque se levanto en una pequeña colina que mira toda la geoforma del entorno. Elaborada por las manos recolectoras de café, está rodeada de un bosque de guadua, cultivos de café, plátano y plantas ornamentales.


Allí se aprecia desde la ventana el despuntar del amanecer enmarcado en una sinfonía de cantos de pájaros vistosos, acompañado por un el sutil sonido de una cascada vecina. Por las tardes se aprecia la dormida del sol, contemplando unos mágicos atardeceres que invitan al sosiego y al deseo de escribir unos versos.


Este tipo de construcción rompe con los paradigmas de arquitectura moderna porque rescata la armonía de convivir con el entorno natural respectando lo biológico y cultural, donde prima la sintonía entre los seres vivientes e inertes.


La arquitectura vigente en la gran mayoría niega el medio natural reflejando el pensamiento del hombre de creerse el centro del universo; arrogándose el derecho a manipular y controlar la naturaleza; convirtiendo la morada en un elemento generador de enfermedad, donde el espíritu se atrofia impidiendo el desarrollo de la creatividad y el goce.


La obra artesanal de la casa Mano Alzada está edificada en muros que son como paneles en esterilla de Guadua (un tipo de bambú), como canastos que llenan de lodo formando las paredes. La mezcla lleva fique (fibra vegetal) que tiene propiedad de amarrar la estructura; igualmente sus puertas, ventanas, escaleras y sus muebles están elaboradas en guadua

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Solamente en la cimentación y la cubierta en forma de bóveda se utilizó el cemento en un cinco por ciento, revuelto con cal, fique y arcilla. El 95% de sus materiales son vivos; lo que permite una regulación térmica; toma frío de la noche y lo suelta en el día; toma calor del día y lo suelta en la noche.


EN BUSCA DEL COBIJO HUMANO:


Indudablemente en la búsqueda del cobijo humano está en marcado el humanismo sanador, partiendo del presupuesto de hacer de cada profesión una acción sanadora. De tal forma “tierrita”-como se le conoce a Luis Carlos- nos ofrece una propuesta arquitectónica de relación más amable con el entorno fusionando lo cultural con el equilibrio biológico.


Es una vivienda sanadora porque sana al grupo que la construye en base al desarrollo de la creatividad, igualmente sana al grupo de personas que la van a habitar debido a que la morada tiene en cuenta aspectos energéticos donde los materiales tienen condiciones yin-yang que interactúa con la condición del ser humano; por ejemplo existen suelos yang de origen sedimentario; suelos yin de origen volcánicos y suelos yin-yang como los de origen metamórficos.


Bajo el principio que no se puede separar el entorno natural y cultural manifiesta Tierrita- se puede construir viviendas con materiales naturales vivos como la guadua y arcilla, permitiendo que la energía fluya. No se obstaculiza el aire ni la energía debido a la porosidad de los materiales, además la estética y la sencillez en sus diseños permiten recuperar la belleza como elementos propios de la región, disminuyendo los costos en su construcción con una calidad superior.


Una de las metas de esté ingeniero es seguir investigando en buscar soluciones para minimizar el uso del cemento, para que no sea el elemento protagonista, sino la utilización de materiales vivos que tenga una relación más amable con el ser humano


CIUDAD ALEGRIA NUEVA PROPUESTA HABITACIONAL.


Es un complejo urbanístico que se construyo en el municipio de Montenegro, departamento Quindío, para personas víctimas del terremoto en dicha zona en 1999. En estas viviendas el hierro y las columnas de cemento brillan por su ausencia, allí la cultura del encerramiento no es posible; tal como sucede en las grandes capitales que hasta los patios lo enrejan; convirtiendo las casas en cárceles.


Hoy en día se vive enjaulado, preso en nuestra propia morada situación que no permite que el espíritu se expanda y se desarrolle la creatividad, despertando el quehacer artístico de cada ser. La forma circular de Ciudad Alegría en el sentido como es el universo permite que la energía fluya.


En este complejo urbanístico no se niega a la vida tal como sucede en la mayoría de las construcciones modernas, que son cuadradas, rectangulares y carentes de zonas verdes; evidentemente son agentes enfermante, perturbadores que actúan en contra vía de la simbiosis del mundo natural.


Roque Ortega Murillo